Translate

jueves, 28 de enero de 2016


ECUAVOLEY: ARMANDO UN PARTIDO


Rutinariamente en Ecuador se le da un tratamiento casi como un negocio, con regateo incluido.

Normalmente el enfrentamiento se da entre 2 colocadores que se conocen el juego entre sí. Ellos ponen parejas de servidores y voladores que también intervienen en el reto, cada uno tratando de tomar ventaja de parejas que se saben desiguales en el tren de juego.

Estas desigualdades dan lugar a condiciones o reglas que se aplicarán en ese partido en particular, algunas tales como: ventaja en manos, juega libre, ventaja en parejas, pasa sin saltar, pasa solo izquierda o derecha, juega 2 manos, no puede batir, juega técnicamente, juega puestos, etc.

Definidas las parejas y las condiciones se escogen los acompañantes del colocador, y aún hecho esto las más de las veces el partido no se da y debe ser replanteado. Si éste es aceptado por unanimidad, se recoge el dinero, se busca un juez del beneplácito de todos los intervinientes y queda definido el partido. Estas ventajas o diferencias no se aplican a la apuesta, excepto para los apostadores de afuera.


Con los jugadores en la cancha a veces se ajusta la altura de la red y empieza aquello por lo que los visitantes concurrieron a ver: un partido vistoso, folklórico, con sutiles reclamos, con jugadas inteligentes, con habilidades físicas casi extremas y arrancando aplausos.

Con el partido en proceso existen algunos opciones que pueden dar por concluido el mismo: pagar media -lo cual al público no le agrada mucho-, abrirse con empate -lo cual gusta menos que el anterior- y perder-ganar todo, que es por lo que el público asistió.

Hasta aquí, parecería que la principal motivación del ecuavoley sería la apuesta, pero también aquí y allá, defender el honor puede convertirse en algo supremo con un flujo bastante elevado de adrenalina, a fin de cuentas, este invento ecuatoriano se creó precisamente para defender el honor del barrio, reunirse con amigos, comer, beber y cantar luego de la jornada de juego. Y cuando llegamos a nuestro hogar, a veces muy tarde, desvelamos un poco a nuestra compañera conversándole lo bien que jugamos, los méritos obtenidos y en ocasiones nuestras fallas, ofreciéndole rectificar en el próximo partido, que probablemente será al siguiente día o cualquiera de los 365 días del año, incluidos los bisiestos.

Este mismo proceso se da para armar un partido fuera de nuestra tierra, pero allí éste va cargado de sentimientos de soledad, recuerdos y añoranzas que muchas veces la reunión termina en una conjugación de canto, comida y bebida lubricados con lágrimas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario